Statuses

Ah, Canadá

In diario de viaje on April 30, 2010 by Isabel CZ

Estuvimos a punto de tirar la toalla. De coger el primer tren a Boston, antes de saber que está casi más lejos que Nueva York. Nos planteamos hacer una excursión a Kingston antes de saber que es una ciudad militar y la “hometown” de Bryan Adams, lo cual no habla muy bien de dicho sitio. Pensamos que, en todo caso, podíamos pasarnos los siguientes dos días en el hotel viendo capítulos de “Lost” atrasados y películas en Seriesyonkis.

Pero al final, y después de todo, le hemos cogido gusto a Toronto.

El recibimiento no fue demasiado bien. Un poco por jugar, cuando bajamos del autobús que nos traía desde Niagara Falls, le propuse a Álvaro buscar las diferencias con Nueva York. Y vaya si las hay, y la mayoría a peor, aunque haya tranvías, una de cada tres esquinas huela a marihuana y puedas comprar 1,5 dólares canadienses con 1 euro, lo que convierte a la ciudad en bastante más asequible que Manhattan. Pero las diferencias negativas saltan a la vista.

Para empezar, hay casi tanta gente rara como en Nueva York, pero en el promedio con la gente normal, la capital de la Canadá anglófona gana por goleada. Y parece ser que uno de los grandes problemas de la ciudad es la gran cantidad de gente sin techo, y la verdad es que da un poco de congoja ver tanta cantidad de gente durmiendo en las calles y rebuscando en las papeleras.

En segundo lugar, llevamos aquí dos dias y no hemos podido encontrar una cafetería que no sea un Starbucks o su equivalente canadiense, la cadena Second Cup. Suponemos que algun día las hubo, pero todas perecieron.

Además, las calles son oscuras por las noches, y parecen solo iluminadas por las luces de los negocios y de los edificios de apartamentos horribles que hay por todas partes, pero que de noche se iluminan como linternas, dejando al descubierto los interiores de las casas, para mi regodeo (porque por si no lo sabeis, me encanta cotillear dentro de las casas ajenas).

Y así a primera vista, parecía que no ibamos a encontrar demasiadas cosas singulares con las que llenar nuestros tres días aquí. Por suerte, se nos ocurrió mirar la agenda de conciertos, y Álvaro eligió el de Sea Wolf y The Album Leaf, que nos hicieron olvidar lo feo que parecía Toronto. Y nos cogimos un taxi al hotel y dormimos muchas horas seguidas, y cuando nos despertamos, Toronto parecía otra.

La mañana la hemos pasado dando vueltas por la Toronto Island, a unos 10 minutos de distancia en barco desde el waterfront del lago Ontario. Cuesta creerte, cuando estás en la playa de ese lago enorme, que al otro lado hay tierra, pero así es. Nos ha dado el sol, nos ha picado algún mosquito y hemos hecho muchas fotos y dibujos. Yo le he puesto un notable alto. Le preguntaría a Álvaro que nota le pone, pero ya se ha quedado dormido.

Por la tarde, hemos subido a la CN Tower (si, la torre del chiste) y también nos hemos cansado de hacer fotos y nos ha dado un poco de vértigo y nos hemos quedado con la boca abierta, y hemos estado un rato mirando a los jugadores de beisbol correr despacito como hormiguitas a nuestros pies.

Y luego hemos comido un sushi superrico y ahora aquí me teneis, la una y media y contando cómo Toronto pasó de ser una ciudad fea, aburrida y creepy a ser un sitio donde, parece, merece la pena pararse un día o dos.

(Para los que pasais de vez en cuando o cada día por aquí, gracias. Intento escribir a menudo pero resulta difícil sacar tiempo. Disculpar las faltas de ortografía y esas cosas, pero hoy el día no da para más)

2 Responses to “Ah, Canadá”

  1. La verdad sq recuerdo toronto como la Tipica ciudad friendly, soleada y agradable pero laro, no venia d nyc precisamente 🙂 al margen d q soy d la opinion d q casi cualquuer rincon dl mundo tiene algo q merece la pena, no hay nada como un monton d horas d sueño xa convertir l lugar mas frio distante nl l sitio “nl q kieres star” 🙂 pasadlo bien lo q os qda!

  2. me hacía el dormido para que escribieras, pero te vigilaba con el rabillo del ojo 😛

Leave a comment